La gente de Santo Niño no duerme

Irene recuerda con una profunda tristeza la madrugada del 7 de septiembre. Ese día esperó en la calle, junto con su familia y vecinos, que la casa de Pedro terminara de caerse. El sonido les daba escalofríos. Había llovido, pero no muy fuerte, y pocos días atrás se había derrumbado la casa de María. Fue una noche larga, hasta que se abrió una raja en toda la acera, la casa se movió de lado a lado como si se balanceara, después cayó hacia atrás y gran parte de los escombros se fueron de lado, encima de la casa de Irene. Con el último derrumbe, en Santo Niño de Petare pasaron de 60 a 300 familias afectadas. A Irene le prometieron que en noviembre iría a ver un apartamento de la Gran Misión Vivienda Venezuela en Charallave, pero desde finales de octubre solo le dan excusas y más excusas, mientras que su casa amenaza con caerse por completo.